Los cementerios de
vehículos son historia, casi todos sus componentes se reciclan, reutilizan o
sirven como fuente de energía. Los neumáticos inservibles acaban por ejemplo como
césped artificial; la chapa como vigas para edificios; las lunas como papel de
lija; y las baterías como acumuladores de energías renovables. Esta
transformación sucede gracias a complejos procesos industriales o creativos,
pero hay opciones de andar por casa. ¿Quién no se ha balanceado en un columpio
que era un neumático?.
La legislación europea (2000/53/CE) obliga a que al menos el
85% del peso del coche se recupere para su reutilización, reciclaje o
valorización (que sirva como combustible para generar energía). Como mínimo, el
80% tiene que destinarse a las dos primeras opciones. Este era el objetivo para
2006-2015 y España no solo cumple la norma, sino que es de los países de la UE
con mejores cifras. “En 2012 recuperamos de media el 88% del peso total de los
vehículos y el 83% se reutilizó o recicló”, detalla Manuel Kindelan, director
general de la Asociación
española para el tratamiento medioambiental de los vehículos fuera de uso
(Sigrauto).
“El fin de la vida de un
coche ya no es un problema y todo el tratamiento no le cuesta nada al ciudadano
cuando se deshace de él, como sí sucede en otros países”, añade. De hecho, los
coches ya no mueren y se entierran en el cementerio sino que se ‘reencarnan’ en
muy diversas aplicaciones. Esto supone un ahorro en materias primas y una
reducción del impacto medioambiental en la fabricación de nuevos componentes.
Sea cual sea su destino final, unas veces será en coches a estrenar y otras en
productos tan diferentes como el suelo de goma un parque infantil o un cuchillo
de acero.
El proceso se inicia desde
que el vehículo llega al centro autorizado de tratamiento (CAT), (decir que Desguace Motocoche fué el primer desguace de la provincia de Granada en conseguir dicho distintivo) donde hay que
entregarlo cuando ya no lo queremos. “Estos centros, lo que conocemos como
desguaces, son los únicos que pueden dar de baja el coche”. A partir de ahí, se
descontaminan –se retiran todos los líquidos y residuos peligrosos como los
aceites hidráulicos, del motor, anticongelante o los filtros— y se separan los
componentes que pueden ser reutilizados de los materiales reciclables, desde la
chapa hasta los cristales.
“Hay piezas que pueden
servir para otro vehículo porque están en buen estado, esas se desmontan y
almacenan para cuando se necesiten para coches que sufran una avería y
requieran recambios”, explica Kindelan.
Algunos elementos, como los
neumáticos, se cambian con
cierta frecuencia durante la vida útil del coche.
Los viejos nunca deberían acabar en el vertedero, está prohibido desde 2006.
Algunos se reutilizan, otros se reciclan y unos pocos se queman como
combustible.
También las baterías, tanto
de coches convencionales como las de los eléctricos e híbridos enchufables, suelen sustituirse. Las primeras normalmente se
reciclan: se extrae por una parte el plomo y por otra el plástico. Ambos
materiales acaban normalmente en nuevas baterías.
Gracias por vuestra artículo. Como sabéis en nuestro blog http://talleresenred.com/blog/?p=50#more-50 hacemos referencia a cómo debemos desmitificar vuestra labor como Centros Autorizados de las antiguas chatarrerías.
ResponderEliminarHay que estar del lado de los profesionales CAT´s que trabajáis día a día y apostáis por la calidad y el reciclado y desligarlo de otro tipo de negocios que enturbian vuestra imagen. En tiempos de crisis muchos negocios paralelos siguen entumeciendo vuestra labor.
Enhorabuena por vuestro blog, por vuestro saber hacer como primer centro CAT de Granada y vuestro futuro.
Un saludo de todo el equipo.