En una época en la que la construcción de los vehículos gira cada vez más hacia una menor contaminación, con la construcción de motores híbridos o totalmente eléctricos, no está de más saber cuáles son los principales elementos contaminantes de los mismos.
El principal motivo de contaminación es la emisión de gases a la atmósfera, los cuales depende de si nuestro coche es gasolina o diésel.
Los vehículos de gasolina emiten por sus tubos de escape monóxido de carbono, que es venenoso, alquitranes, otros hidrocarburos no quemados y, si están desprovistos de catalizador, plomo y otros metales pesados. Por cada litro de gasolina se emiten:
-2,8 kg de CO2
-11 kg de nitrógeno
-150 g de contaminantes
-Vapor de agua
Los vehículos diésel, por su parte, emiten por sus tubos de escape, óxido de azufre y nitrógeno además de partículas carbonosas y alquitranadas (humo negro).
Además de los agentes contaminantes que se producen durante la combustión, otros contaminantes de los vehículos son el aceite, el anticongelante, los líquidos de freno y de embrague… y los propios vehículos, en sí mismos, son una fuente de contaminación, al ser abandonados en ocasiones en la vía pública, a pesar de que está prohibido.
ELEMENTOS ANTICONTAMINACIÓN
Además de los avances tecnológicos en motores eléctricos, a lo largo de la historia de la automoción se han ido desarrollando diferentes elementos para evitar la contaminación por emisión de gases:
-Ventilación del depósito de combustible en circuito cerrado: el combustible emite unos vapores contaminantes que deben ser “atrapados”. Obviamente, para poder repostar necesitamos que el depósito no sea hermético, pero se instalan una serie de válvulas y tuberías que hacen que esos vapores sean canalizados y tratados en un filtro de carbón activo que los neutraliza. Si se genera gran cantidad de vapor y el filtro de carbón activo “no da abasto”, se inyectan esos vapores en el motor para que los queme.
-Ventilación cerrada del cigüeñal: además del combustible, el aceite y la compresión de los cilindros producen emisiones contaminantes en la parte baja del motor. También son recirculados y reintroducidos en los cilindros para volver a quemarlos.
-Recirculación de gases de escape (EGR): para reducir las emisiones de HC (hidrocarburos parcialmente quemados), se incorpora una válvula que comunica el tubo de escape con la admisión del motor. Cuando la mecánica trabaja con poca carga (si no pisamos mucho el acelerador) esa válvula se abre y permite que parte de los gases de escape vuelvan a entrar en el cilindro. De este modo se reduce la energía de la combustión (al reducir la densidad de oxígeno en el proceso) y se vuelven a quemar los posibles hidrocarburos mal combustionados anteriormente.
-Catalizador: un catalizador es un dispositivo que favorece que una reacción química tenga lugar. Actúa como una especie de “Celestina” entre moléculas. En un principio los coches montaban un solo catalizador (los de gasolina) cuya misión era lograr que las posibles moléculas de CO producidas en la combustión se transformasen en CO2 en el catalizador. En la actualidad, además de este catalizador es necesario otro que transforme los NOx en N2 y O2 (nitrógeno y oxígeno) que son totalmente inocuos.
-Filtro anti partículas: imprescindible en los diéseles, se encarga de reducir las emisiones de benzopirenos.
-Trampas NOx: a veces, el catalizador responsable de neutralizar los peligrosos NOx no es capaz de “hacer el trabajo en tiempo real”, de modo que lo que se hace es instalar una trampa NOx. Lo que hace es “almacenar” los NOx cuando el motor está produciendo en exceso este gas (en las fases de baja carga) y los va transformando con posterioridad (si no se ha saturado antes, claro) cuando el conductor pise con más ganas el acelerador.
-Sistema AdBlue: para aumentar el rendimiento del catalizador NOx se añade urea al combustible diésel. De este modo, el ácido úrico se combina con las moléculas de NOx para producir nitrógeno, oxígeno y agua.
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